
Londres en un futuro cercano. El golfo de Alex y sus droogs Dim, Georgie y Pete, solo conocen las alegrías del sexo, las drogas y la ultraviolencia, todo ello asociado en la mente de Alex a la Novena Sinfonía de Beethoven. Traicionado por sus acólitos después de haber matado accidentalmente a una víctima durante un robo, Alex va a la cárcel, donde se presenta voluntario a un programa experimental para controlar el comportamiento, el Método Ludovico, que le condicionará para temer el sexo, la violencia… y la música de Beethoven. Puesto en libertad, visita a todos aquellos a los que había hecho mal, los cuales se vengan. Después de sus tentativas de suicidio, el gobierno, sacudido por el escándalo, devuelve el cerebro de Alex a su estado original y llega a un pacto con él. Este original argumento, imposible en el cine actual, resume la brillantez de ‘La naranja mecánica‘, una película de culto que alcanza ya la cincuentena.
El cine de de los años sesenta de Kubrick culminó con la adaptación de la novela de Anthony Burgess, ‘La naranja mecánica‘, que cuenta un futuro distópico poblado de bandas jóvenes. El rodaje, que duró seis meses, tenía como guion la propia novela y se desarrolló en Londres; una ciudad que nos transporta a un futuro en que las creaciones del pop art de los sixties se han convertido en muebles y artículos de moda producidos en serie.
No obstante, ver ‘La naranja mecánica’ como una simple sátira de la cultura de la juventud sería engañarse respecto a la acogida que tuvo de público cuando se estrenó y que hizo de ella un éxito internacional. ‘La naranja mecánica’ canalizaba el lado oscuro de los sixties y, a pesar de todo, permanece como la expresión cinematográfica más estimulante del espíritu rebelde de la época.
La película comienza con un lento travelling hacia atrás a partir de un primer plano del protagonista, Alex, interpretado por Malcolm McDowell con una mezcla de verdad y de valentía que recuerda a James Cagney en ‘El enemigo público‘. Sobre una música funeraria de Henry Purcell, arreglada para el sintetizador Moog por Walter Carlos, la cámara retrocede a partir de una mirada fija de Alex dejando ver a sus «droogs», sus «amigos» en Nadsat, el argot que Burgess inventó para uso de sus golfos, y el decorado subterráneo del Korova Milkbar donde se exponen figuras de plástico de mujeres sumisas, que sirven de mesas y distribuyen por sus pechos las drogas que incitan a sus consumidores a actos «ultraviolentos».
La intriga de la película está construida sobre repeticiones internas que igualmente engendran detalles enigmáticos. Todos los acontecimientos que se producen durante la primera noche de Alex en la ciudad se repiten en la segunda mitad de la película, cuando Alex pasa a ser víctima de aquellos a los que antes había atacado. Pero estas repeticiones internas no son más que detalles enigmáticos y aislados.
‘La naranja mecánica‘ estuvo nominada a siete premios BAFTA de la academia británica (incluido mejor película), tres Globos de Oro y cuatro Oscar (guion adaptado, director, montaje y mejor película), pero no ganó ninguno de ellos. El Oscar aquel año fue para ‘The french connection’. Lo que sí logró fueron otros premios menores como el galardón del Sindicato de Guionistas (WGA) a la mejor adaptación.
Este largometraje, uno de los más destacados de Stanley Kubrick, fue prohibido por la dictadura española y vetado en varios países europeos. No llegó a España hasta 1975, cuatro años después de su estreno oficial y en el marco de la 20ª edición de la Seminci de Valladolid, donde se celebró su primera proyección pública en medio de una gran expectación, rodeada de polémica y en un momento especialmente complicado en la ciudad por los conflictos estudiantiles y sindicales.
Y dentro de las curiosidades que rodean a esta película hay una que desconocíamos, y es que el actor Heath Ledger se inspiró en el personaje de Alex para su interpretación del Joker en ‘El caballero oscuro’ (2008), que le reportó un Oscar póstumo.