Llegamos al ecuador del Festival de Sevilla 2021 con la aparición de algunas de las cintas más esperadas de la edición, como es el caso de dos puntales del cine europeo en este siglo: Nanni Moretti y Mia Hansen-Løve. Con alguna que otra decepción entre manos también, quizás el momento más emotivo lo haya producido la proyección de la película póstuma de Ina Marija Bartaité, fallecida recientemente en un accidente de tráfico, y habitual ya de la cita sevillana.

Our Men (Bélgica). Dir. Rachel Lang

Our Men’ es una obra sobre la vida en el ejército, pero principalmente, sobre las relaciones entre aquellos hombres que pertenecen al mismo y aquellas esposas que les esperan en casa, siempre alerta, siempre en la incógnita, siempre sintiéndose segundo plato frente a las batallas y guerras donde sus maridos se juegan la vida, ausentes. 

Con la mirada femenina de Rachel Lang al frente, ‘Our Men’ pone en la mira telescópica una historia cruzada entre dos parejas, una de ellas ya madura y hasta con un hijo en común, y la otra mucho más joven y volátil. Con un aire constante de pesadez y de frialdad en esa relación entre parejas, cada una por diferentes motivos, el relato que construye Lang es en muchos momentos incómodo.

Liderada en su mayoría por una Ina Marija Bartaité en perfecta sintonía con ese ánimo cansado pero siempre en movimiento que pide su personaje, la cinta se desvía en demasía cuando la mirada se aleja de ella, centrándose en un aspecto bélico que si bien está extraordinariamente bien documentado y sirve para informar y desarrollar al personaje de su pareja (Aleksandr Kuznetsov), acaba resultando difuso ya que no suma a la creación de una química entre personajes ya de por sí distantes. 

Mucho más acertada en los momentos de ligereza y ternura, aunque se puedan contar con los dedos de una mano, la apuesta por el tono tan conflictivo y depresivo resulta arriesgada pero también aplaudible, pese a que pueda no ser compartida por la mayoría de espectadores. ‘Our Men’ no es esa película donde los problemas de pareja se solucionan gracias al amor y el esfuerzo de ambos, sino esa otra donde los personajes cogen la maleta e intentan reconstruir su vida, aunque ello conlleve destrozar todo lo vivido hasta el momento. Es una obra de personajes rotos en silencio y sin las herramientas para entablar diálogo.

Si por algo será recordada esta película, tristemente, es por ser la última obra rodada por  la joven Ina Marija Bartaité, fallecida este pasado mes de abril en un accidente de tráfico, a la edad de 25 años. Un legado el suyo, que si no extenso, genera una enorme sensación de pérdida, dejando tres interpretaciones notables donde sacaba el máximo partido a esa mirada repleta de nostalgia y tristeza, que sin embargo conseguía convertir con ternura en un espacio de fragilidad y luz, siempre elevando sus películas a un lugar donde acababan creciendo en el recuerdo.

Presente en el Festival de Cine Europeo de Sevilla con sus tres películas (‘Peace To Us In Our Dreams’, ‘Walden’ y ‘Our Men’), la lituana será sin duda una de esas figuras a las que con el tiempo echaremos de menos cada mes de noviembre, especialmente aquellos que crecimos en este festival justo al mismo tiempo que ella lo hacía en la gran pantalla. Quede aquí mi agradecimiento al equipo de programación del Festival de Sevilla 2021 por rendirle homenaje con la proyección de esta película. Una de las nuestras, no merecía menos.

Si se dice que a la gente hay que recordarla en los lugares donde nos hicieron felices, para Ina Marija Bartaité, ese lugar será el lago en calma de ‘Peace To Us In Our Dreams’, bajo la cámara de su propio padre. En paz descanse.

Bergman Island (Francia). Dir. Mia Hansen-Løve

Hay una cosa en ‘Bergman Island’ que vale su peso en oro a la hora de ser recibida por el espectador. En lo nuevo de Mia Hansen-Løve queda la sensación de película hecha con miedo y cautela, repleta de riesgos, dolorosa para quien la firma. Quizás la obra más personal que haya rodado la directora francesa, hasta tal punto de que en ciertos fragmentos del relato se nota un ligero intento de mantener una distancia formal con las imágenes, la suficiente como para que toda la emoción contenida no le estalle en la cara.

Con discurso metacinematográfico de hasta dos niveles, pues no solo su protagonista trabaja como guionista y directora, sino que además vemos nacer en pantalla las imágenes que brotan de sus páginas; la película acaba no siendo tanto ese homenaje a Ingmar Bergman que parecía indicar su título, sino algo muchísimo más fresco y lleno de verdad. ‘Bergman Island’ es ver el final de la relación entre Mia Hansen-Løve y Olivier Assayas, desde los ojos y la pluma de la propia cineasta.

Narrativamente inconclusa para muchos, la realidad es que la cinta mezcla de manera fluida ese baile entre realidad y ficción, haciendo que todas las historias narradas dentro de la misma sumen al viaje de su protagonista, ya pertenezcan a la trama principal de Vicky Krieps, o la propia ficción escrita por su personaje y protagonizada por una Mia Wasikowska en estado de gracia, con un personaje que tiene los mejores momentos de la cinta, como ese inolvidable baile a los sones de ABBA y su ‘The Winner Takes It All’.

Repleta de detalles, anécdotas y guiños para los fans del director sueco en un recital continuo de paseos por sus escenarios en la isla de Fårö, y también para los conocedores de la relación entre Hansen-Løve y Assayas, con referencias como esa a la maravillosa ‘Personal Shopper’, a la que la hija de los protagonistas se refiere como “una película de fantasmas que la abuela me ha dicho que vas a rodar”, ‘Bergman Island’ es un auténtico festival para los adictos a este cine que habla de cine.

Esta es Mia Hansen-Løve narrando desde las tripas, con el corazón en un puño, enamorándose de sus actores y examinando a la vez sus propios referentes con el respeto que le da la distancia de la ficción. Si no su mejor obra, sin lugar a dudas la más valiosa, honesta, encantadora, reflexiva y rotunda de todas. Cine de madurez, de miradas al pasado y de abrazos que anteponen el futuro. Una delicia de película, de principio a fin. Mia nunca se fue, ella solo estaba bailando.

Festival de Sevilla 2021

Diarios de Otsoga (Portugal). Dir. Maureen Fazendeiro, Miguel Gomes

¿Es esto lo que sucede cuando un autor portugués de bajo presupuesto rueda a su manera el ‘Tenet’ de Christopher Nolan? Pues igual no, pero, ¿y lo loco que resulta poder hacer esa comparación? Eso es algo que nunca te esperas.

Lo nuevo de Miguel Gomes y Maureen Fazendeiro (matrimonio en la vida real) es una chill out movie rodada en plena pandemia, con recursos limitadísimos en el escenario único de una casa de campo propiedad de una familiar de una de las productoras, y con el verano portugués como patio de recreo donde jugar con todos los juguetes disponibles, sacándole partido a una luz mágica que por momentos recuerda a esas grandes obras veraniegas que convirtieran en leyenda a Eric Rohmer. Una película que no va de absolutamente nada más que de ver a un grupo de personas echar un mes de agosto de la mejor manera que pueden dada la situación, sacando adelante una obra singular y disfrutaba.

Estructurada en los 22 días que duró el rodaje, y montados en orden cronológicamente inverso, a medio camino casi entre la ficción y el documental, pues la película rápidamente entra en el terreno del metacine, ‘Diarios de Otsoga’ es una obra ligera, pequeña, humilde y fresquísima, de esas que entran sin que te des cuenta. Yendo de menos a más, pues tiene la extraña cualidad de que vamos entendiendo todo lo que ya ha ocurrido en la película conforme vamos viendo lo que sucede en los días previos del rodaje, se vuelve salvajemente divertida cuanto más estúpidas y metacinematográficas son sus secuencias.

Desde una conversación donde actores, equipo técnico y directores tienen que decidir qué hacer después de que uno de los protagonistas se haya saltado las normas del rodaje para irse a hacer surf en su día libre (con el consiguiente riesgo de contagio de coronavirus que eso conllevaba cuando se rodó la película), hasta una secuencia donde los tres protagonistas le piden al director que les explique por qué hacen lo que hacen, pasando por un momento delirante en el que Miguel Gomes le cuenta a los actores que el día siguiente van a tener que rodar ellos solos la película puesto que él tiene que acompañar a su esposa embarazada (la propia Maureen Fazendeiro) a una revisión médica, dándoles libertad total para plantear cualquier escena que se les ocurra. Solo el resultado de esa secuencia, ya merece toda la película.

‘Diarios de Otsoga’ no es una obra de esas que vayan a quedar marcadas en la retina, pero sí es una en la que hay oportunidades de sobra para dejar escapar alguna risa, disfrutar con la belleza de ese verano frondoso de imagen texturizada, y hasta escuchar el “The Night” de Frankie Valli. Un éxito de película, con todo en contra.

Tre Piani (Italia). Dir. Nanni Moretti

Si hay un país tocado por una varita en este año, desde el fútbol en la Eurocopa a la música de Eurovisión, ese país es Italia. En el cine, como viene siendo habitual desde hace ya muchas décadas, no iban a ser menos. Lo nuevo de Moretti, quizás uno de los directores europeos más asequibles y regulares, es una delicia de esas que te alegran todo un festival.

Tre Piani’ es una obra de historias cruzadas con un bloque de pisos de Roma como epicentro de una acción que se expande durante diez años, presentándonos la evolución de todos los conflictos generados entre las tres principales familias que copan el protagonismo. Entre ellas, algunas caras conocidas del cineasta como Margherita Buy (que liderase su ‘Mia Madre’), otras del panorama italiano como Alba Rohrwacher, varios rostros nuevos entre el cast joven, y por supuesto la ya clásica presencia del propio director en su obra, esta vez en el papel de un juez.

A primera vista, y durante algo más de la mitad del relato, el tono que plantea Moretti es violento, pesimista, oscuro y hasta depresivo, con una cadena de sucesos crueles narrados de manera cruda y sin atenuación alguna que te permita digerirlas. Un cineasta rascando en los espacios más terroríficos de las relaciones humanas. Si ya en este contexto la película triunfa pese al rechazo inicial que puedan generar sus planteamientos, la genialidad viene conforme avanza el relato, con una rotura radical de tono que se dedica a quebrar todos y cada uno de los postulados iniciales para entregar un desenlace de redención total, repleto de ternura y perdón para sus protagonistas.

El Moretti de ‘Tre Piani’ es quizás una de las versiones más extremas que se han visto en su filmografía, tocando ambos límites del espectro emocional con una facilidad pasmosa, sin llegar nunca al nivel de dolor que generaba aquella ‘La habitación del Hijo’ que le diese la Palma de Oro de Cannes hace justo veinte años, pero rozándola con una firmeza que no acostumbramos a ver en su cine.

Una obra de guion redondo, atado de principio a fin, con un desarrollo de personajes espléndido y un regusto final de esperanza y cariño hacia la vida. Una de las películas más emocionales y dulces del año, pese a lo que su primera mitad pueda hacer creer. Nanni Moretti volviendo a creer en los abrazos como espacios para la reconstrucción.

Festival de Sevilla 2021

Fabian: Going to the Dogs (Alemania). Dir. Dominik Graf

En ese mismo tono romántico, histórico y político de películas como ‘Obra Sin Autor’ o ‘Martin Eden’, juega también ‘Fabian: Going to the Dogs’. Ambiciosa en escala, asfixiante y agotadora en duración, y con un romance de esos que buscan hacer sentir el “más grande que la vida misma”, desgraciadamente, el resultado no es ni de cerca tan sobresaliente como el de sus compañeras.

Con una propuesta que busca, por momentos de manera desesperada, la transgresión visual, ‘Fabian’ deja la sensación de tener una visión detrás mucho menos hábil de lo que se cree y demasiado nerviosa para el trabajo que tiene entre manos. Con constantes cambios de estilo y formatos, hay algo en su construcción que la impide sentirse en ningún momento como el gran drama romántico que aspira a ser, y lo que es peor, que podría llegar a ser si tan solo tuviera a alguien detrás dándole una forma cohesionada, firme, regular y sólida.

Quizás este exceso de voluntad y energía dispersa no pesaría de más en una obra de otras características y de menor duración, pero cuando tu metraje se va a las tres horas, resulta extenuante asistir a los constantes vaivenes de narración, para acabar resolviendo la obra de manera precipitada en unos quince minutos finales insatisfactorios y sin el peso dramático que requiere el momento.

En el lado positivo, la selección de casting es estupenda, robando nuevamente valores de ‘Obra Sin Autor’ como el protagonista común de ambas (Tom Schilling) o Saskia Rosendahl, elemento casi fundacional y motor inicial de la narración en aquella obra. La química entre ambos es quizás lo único que mantiene vivo el interés por ‘Fabian’, algo duro de asimilar, visto que el personaje de Rosendahl se pasa media película ausente, dejando todo el peso de la obra en un Schilling que por más que lo intente, no tiene de dónde exprimir en guion.

Pese a que no acabe de ser un fracaso, pues su producción es notable, ‘Fabian’ es una pequeña gran decepción, teniendo todos los elementos para ser una película de las que se quedan en el recuerdo, y acabando como una obra de la que se recordarán escenas sueltas y poco más. Eso si hay suerte, y el espectador no se ha dormido por el camino.

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