
Con frecuencia recurrimos al término montaje cinematográfico como homónimo de edición. Hablamos de montaje cuando queremos aludir al proceso intelectual-creativo; es decir, cuando nos referimos a ese conjunto de elecciones que implica todo proceso narrativo y que en nuestro caso no se circunscribe al “corte” en la editora, ahora digital, sino que comenzó desde las primeras elecciones y decisiones conformadas en el guion.
De otra parte, hablaremos de edición cuando aludamos al proceso técnico en sí, al momento mismo de ejecución de las decisiones de montaje que hemos venido configurando desde el guion y pasando por el rodaje hasta llegar a la sala de edición.
Posibilidades expresivas del montaje
El montaje cinematográfico es opción narrativa, y por consiguiente, confiere lógica y estructura narrativa a los planos (imágenes) rodados, y ofrece diversas posibilidades expresivas:
- Crear un tiempo y un espacio distinto del de la realidad. Tiempo-espacio fílmico.
- Yuxtaponer acontecimientos que ocurren en tiempo y lugares distintos (montajes paralelos)
- Expansionar o contener el tiempo mediante la elipsis. El tiempo fílmico no es necesariamente igual que el tiempo de la realidad.
- Transgredir la lógica del desarrollo del tiempo real (retrocesos o “flashbacks”, anticipaciones o “flash forward”, ralentí, congelados, etc.)
- Insertar u omitir información de un acontecimiento (lo obvio, lo oculto).
- Dosificar, retener, transmitir los momentos o informaciones oportunas para concluir la emoción del espectador (efecto de sentido).
Asimismo, el montaje cinematográfico como operación física (edición) y como consecuencia de su finalidad principal (la elaboración narrativa) introduce sobre las imágenes disponibles tres rasgos caracterizadores:
- Selección: “descartamos” aquellas que no interesan y eliminamos los fragmentos, de las seleccionadas, sin interés narrativo o con defectos técnicos.
- Orden: Colocamos unas delante de otras, construyendo una narración que responde, generalmente, a la lógica de “el antes causa del después”, remitiéndonos a una relación causa-efecto.
- Ritmo: producido por la combinación de las distintas duraciones de los fragmentos concatenados, los planos y el modo visual con que se suceden.
En definitiva, el montaje no comienza en la sala de edición, sino que desde la génesis de la idea, estamos asumiendo opciones de montaje (de narración y relato) al optar por unos escenarios y no por otros, al elegir unos sujetos frente a otros, al emplazar la cámara, al optar por una determinada óptica, composición, etc.

La operación de montaje
Desde este criterio que concibe todo el proceso de montaje, entendemos que serán tres los elementos clave en los que se pone de manifiesto la operación de montaje:
- Montaje de la narración o determinación del guión técnico.
- Montaje en el cuadro, las decisiones y determinación de parámetros técnico-expresivos de la imagen en la realización de la toma.
- Montaje o edición, como el conjunto de decisiones y elecciones tomadas en el momento del “corte” en la sala de edición.
Vamos a construir un relato, nuestra labor básicamente consistirá en enfrentarse a tres decisiones sustanciales:
- ¿Qué tomas seleccionar?
- ¿En qué orden presentarlas?
- ¿Con qué duración?
En definitiva, la edición es el momento del micromontaje, de la concatenación de las tomas para formar la escena y producir el efecto de sentido. El discurso será el resultado de la contemplación de la escena desde diversos puntos de vista, con diversos ángulos y diferentes distancias (tamaños), privilegiando unas miradas sobre otras (por duración, por reincidencia, etc.) e, incluso, eliminando algunas (selección) y todo ello en virtud del efecto de sentido que se persiga.
Cuando hacíamos referencia a las operaciones de montaje ya dijimos que la primera decisión es, precisamente, la selección. Después de tener perfectamente claro qué es lo que vamos a contar y qué efecto de sentido perseguimos, procederemos a una selección (descarte, en el argot profesional) de las imágenes que, sin duda, no utilizaremos. Habrá un doble criterio consecutivo:
- Eliminamos (de nuestra consideración, no necesariamente de forma física) las tomas técnicamente defectuosas.
- De entre las repetidas elegimos la mejor.
- Nos quedamos con aquellas que puedan servir a nuestros intereses narrativos.
Resuelta esta operación, nos encontraremos con una determinada cantidad de imágenes y sonidos a los que habrá que:
- Poner orden.
- Asignarles una duración.
- Determinar un modo de transición de uno a otro.
Esto es el montaje cinematográfico. ¿Con qué criterios lo haremos?

Criterios y justificaciones en el montaje
Criterio narrativo, lo que queremos contar y lo que esperamos se entienda. Lo conseguimos por:
- Cambio de plano por continuidad: Los cambios de plano responden a la lógica del desarrollo de la acción y tratan de transmitir la sensación de rigurosa continuidad cronológica, incluso cuando se recurre a las elipsis funcionales. Facilitan el óptimo seguimiento de los acontecimientos buscando en todo momento la fluidez narrativa y suavidad en la transición. Es la forma más rutinaria.
- Cambio relacional: entre un plano y su contiguo existe alguna relación o implicación. Interacción entre escenarios, personajes, objetos, etc., por razones de causa-efecto, etc.
- Cambio dinámico: es una variante del relacional. La motivación es exclusivamente por el binomio causa-efecto. El acontecimiento captado en un plano provoca un efecto que justifica el cambio de plano (planos de escucha y reacción, contraplano, etc.)
Criterio estético, más atento a aspectos plásticos y rítmicos. El cambio de plano se justificará en base a:
- Introducir énfasis.
- Reconducir la atención a otro aspecto y seguir la acción desde otro punto de vista más favorable.
- En función del raccord o continuidad entre los planos (en ocasiones la falta de raccord recomienda la renuncia al cambio de plano).
- Para dar fluidez a la acción (movimientos, gestos, etc.).
- Al audio (diálogos, música, ambiente).
- Los objetos (vestuarios, atrezzo, maquillaje).
- La iluminación, tanto por nivel lumínico y cromático como por la percepción cronológica por medio de la luz de la escena.
El desarrollo de la acción motivará el momento del cambio de plano. Así pues, se cambiará el plano:
- Sobre una acción o reacción (el cambio pasa más inadvertido al aprovechar el estado del espectador, con su atención concentrada en lo que ocurre).
Sobre la duración que ha de tener el plano, inevitablemente nos encontramos con una triple justificación:
- Narrativa: lo que pida la historia y el desarrollo de la acción.
- Estética: por su contribución al ritmo y lingüística.
- Sentido: por su incidencia en la legibilidad y en el proceso perceptivo (el plano durará el tiempo que necesite un espectador medio para su interpretación, o, al contrario, el plano durará un tiempo justo para impedir “toda” la lectura).
En definitiva, la determinación de la duración es variable y no sujeta a norma, y siempre dependiendo de:
- La intensidad dramática.
- Tamaño del plano.
- Ángulo de toma.
- El propósito o intención del significado.
- La cantidad de información que soporta y la cantidad que se desea llegue al espectador.
- La legibilidad o grado de dificultad para decodificar su contenido.
- El contenido de la acción (ritmo interno).
- La calidad de la imagen (dificultad reconocimiento).
- El grado de iconicidad.