El callejón de las almas perdidas, la película menos fantástica de Guillermo del Toro

Con ‘El callejón de las almas perdidas‘, el visionario cineasta Guillermo del Toro viaja al mundo más asombrosamente oscuro, extraordinario y realista: el mundo cinematográfico del cine negro. La película pasa del círculo íntimo de una feria ambulante de los años 30, un reino de fenómenos y maravillas, a los salones de la riqueza y el poder donde residen la seducción y la traición. En esencia es un hombre que vende su alma al arte de la estafa. Así es Stanton Carlisle (Bradley Cooper), un estafador a la deriva que se transforma en un deslumbrante showman y en manipulador tan magistral que llega a creer que puede burlar al destino. Mientras Stanton realiza un delirante ascenso, del Toro rastrea un engañoso sueño americano que acaba descarrilando.
La película de Guillermo del Toro está basada en la novela fatalista de William Lindsay Gresham publicada en 1946 sobre un carismático vendedor ambulante al que consume una ambición descontrolada. Atraído naturalmente por el mundo macabro y profundamente humano de los espectáculos de feria, del Toro vio en la novela de Gresham un elemento autobiográfica y quiso explorar las tenebrosas turbias entre ilusión y realidad, desesperación y control, éxito y tragedia. Lo vio como una advertencia sobre el lado oscuro del capitalismo estadounidense.
Dentro de ‘El callejón de las almas perdidas’, hay capas inquietantes de corrupción vicio, lujuria, traición y absurdo cósmico que se construyen a medida que Stanton aprende a aprovecharse cínicamente de la necesidad humana de creer en algo fuera más allá de ellos mismos y de nuestro mundo. El cineasta mexicano evita los aspectos visuales del cine negro, y logra que la historia avance a toda velocidad, mientras la vida de Stanton se convierte en un círculo desgarrador. Del Toro afirma: “Quería representar una historia clásica de una manera muy viva y contemporánea. Quería que la gente sintiera que está viendo una historia que está de plena actualidad”.

De hecho, en su realismo visceral, la película adquiere la urgencia de una fábula moral: una factura del destino que vence, estructurada para terminar con una explosión. “Cuando el público está interesada en la historia del ascenso de una persona, su mayor miedo es la caída y esa caída puede ser muy fuerte emocionalmente”, dice del Toro.
Cate Blanchett, que aporta una mezcla de fuerza y fuego como la femme fatale de la película, es la brillante y vengativa psicoanalista Dra. Lilith Ritter que se siente atraída por esas emociones. Ve la historia como un cuento con moraleja, sabedora de las diferencias sociales a la vez que está en sintonía con los demonios psicológicos, una historia sobre cómo el desprecio y el pavor pueden acabar con todo, incluso con el amor.
‘El callejón de las almas perdidas’ trata sobre el miedo, la codicia y la manipulación. Tiene todos los oscuros cimientos de lo que, en apariencia, es una sociedad muy culta y sofisticada. El mundo de las ferias puede tener algunos trucos y engaños, pero representa una verdadera comunidad. En esta película, la alta sociedad es mucho más peligrosa y aterradora”, añade Blanchett.
También la película rinde homenaje a la importancia de ‘La parada de los monstruos’, dice el productor Dale. “Browning demostró que cuando miras detrás del telón de la feria, lo que ves es gente normal que confía en los demás, que se quiere y que forma parte de una familia. Eso encaja muy bien con la narración de Guillermo”.
Para del Toro, el proceso de narración es casi infinito y el guion no es un punto final. Durante el casting, como es habitual en del Toro, algunos actores recibieron una biografía personalizada de su personaje, repleta de antecedentes de su infancia, características psicológicas e incluso secretos que los actores no debían divulgar nunca.
“Los secretos biográficos de los personajes que describe Guillermo son extraordinarios”, dice David Strathairn, que interpreta a Pete, el mentalista que enseña a Stanton todos sus trucos, regalándole todos esos conocimientos que ha adquirido con tanto esfuerzo. “Era una manera muy divertida de meterse en la cabeza de Guillermo. Como actor, solo puedes interpretar el momento que vive el personaje, pero la biografía me ayudó a conocer los tonos y las cualidades del comportamiento. Era como contar con un pequeño currículum sobre tu personaje”.