Todo a la vez en todas partes‘ está dirigida por Daniel Kwan y Daniel Scheinert, dúo de guionistas y directores indies conocidos como los Daniels. Se trata de una aventura de ciencia ficción rebosante de humor acerca de una hastiada mujer chino estadounidense (Michelle Yeoh) que tiene problemas con la declaración de la renta.

A Daniel Kwan le preocupaba que la película fuera una exageración, algo que el título confirma; pero también es lo que la hace tan genuinamente diferente y, cuando la cacofonía de elementos empieza a encajar, lo que la transforma en algo inesperadamente sencillo pero trascendente. Transmite una sensación maximalista e incluso hoy, los directores siguen sin ser capaces de describir realmente la película que han rodado.

“Hay tres posibles respuestas”, dice Daniel Scheinert. “La primera es la respuesta al drama familiar, luego viene la de la ciencia ficción y, por último, la filosófica”. También podría describirse como una película de kung-fu en un universo multidimensional con Michelle Yeoh interpretando a la heroína salvadora muy a su pesar. Pero los Daniels siempre han dicho que es una película sobre una mujer que intenta hacer la declaración de la renta.

Y no están equivocados. ‘Todo a la vez en todas partes’ empieza cuando Evelyn Wang (Michelle Yeoh), la estresada dueña de una lavandería que vive encima de su negocio en un piso demasiado pequeño, debe enfrentarse a un enorme papeleo porque tiene una inspección de Hacienda. Le preocupa que su anciano padre (James Hong) vaya a vivir con ella, y se esfuerza en hacer caso a su hija adulta, Joy (Stephanie Hsu), y a su generoso marido, Waymond (Ke Huy Quan).

Todo a la vez en todas partes, dirigida por Daniel Kwan y Daniel Scheinert. Favorita en los Oscars 2023
Jamie Lee Curtis interpreta a una inspectora de Hacienda en «Todo a la vez en todas partes»

Durante una reunión con una inspectora de Hacienda (Jamie Lee Curtis), un extraño acontecimiento – en el que su marido tiene mucho que ver – la hace entrar en una aventura multidimensional. El destino de cada uno de los universos en los que aparece está en sus manos y, a la vez, se ve obligada a enfrentarse a lo que representa para su familia y para sí misma.

Todo a la vez en todas partes‘, como ocurre con los trabajos anteriores de los Daniels (la película ‘Swiss Army Man‘ o el icónico videoclip ‘Turn Down for What’, de Lil Jon) se lanza de cabeza a la anarquía más total. Evelyn se sumerge en el mundo metafísico de los universos paralelos, pasando del aburridísimo mundo de Hacienda al ostentoso hogar de un malvado nihilista; de lo más lujoso de Hong Kong a un cañón desierto donde las rocas sensibles consiguen sincerarse. Sin embargo, la imaginación desbocada y el caos infinito acaban por transformar el universo, o el multiuniverso, en algo íntimo, una forma de ver realmente a nuestros seres más cercanos cuando tenemos la impresión de que todo está a punto de desmoronarse.

“Quizá lo que realmente nos alentó a seguir fue que nos pareció una metáfora de lo que estamos viviendo ahora: hay una sobrecarga de información”, explica Kwan. “Creemos que la fatiga empática se apoderó de nosotros con la COVID, pero me parece que había llegado mucho antes– hay demasiadas cosas por las que preocuparse y sentir dolor, tantas que perdemos el hilo. Esa fue la clave para hacer que la película girara en torno a la empatía en medio del más puro caos”.

La historia cambia hábilmente el recorrido habitual de la heroína al que estamos acostumbrados, estirando y reformateando una estructura en tres actos para entrar en universos múltiples a punto de fracturarse. La sensación de infinito, de un sinfín de posibles mundos, siempre estuvo presente en la mente de los codirectores mientras se hacían con el mecanismo de la película. Sabían que era crucial que los espectadores sintieran el mismo vértigo que Evelyn, la sensación de desaparecer debajo de la cacofonía de todas las vidas que hubiera podido vivir. La experiencia debía basarse en apuestas ante todo atrevidas.

Todo a la vez en todas partes, dirigida por Daniel Kwan y Daniel Scheinert
Michelle Yeoh en una escena de «Todo a la vez en todas partes», dirigida por Daniel Kwan y Daniel Scheinert

Hace unos años. el dúo de directores entró en un cine para una sesión doble. “Vimos ‘Matrix’ y ‘El club de la lucha’ en el New Beverly”, dice Kwan. “Volví a enamorarme de esas películas. Pensé que, si hiciéramos algo tan divertido como ‘Matrix’, pero con nuestro sello, podría morir feliz”.

Recuerda que sobre todo le inspiraron las icónicas escenas de lucha de ‘Matrix’. Ambos comparten una gran afición por las películas de kung-fu. “Hay una diferencia”, explica Kwan. “No nos gusta la violencia, pero nos encantan las películas de acción”.

“Son entretenidas, viscerales; se nos ocurrió guiar esta energía hacia una historia llena de empatía y comprensión”, sigue diciendo. “Era todo un reto. No teníamos la menor idea de cómo hacerlo, pero queríamos verlo plasmado en la gran pantalla”.

La inspiración de ‘Todo a la vez en todas partes’

“Pensé que nadie, nadie en su sano juicio, haría una cosa así, con dedos como salchichas”, dice Michelle Yeoh, al recordar la primera vez que leyó el guion de ‘Todo a 
la vez en todas partes’. Entre los múltiples universos por donde los Daniels pensaban transportarla, había uno en el que tiene unos dedos “salchicha” que utiliza de forma sorprendente con Jame Lee Curtis. La actriz aún no había visto ‘Swiss Army Man’, pero tenía buenas referencias de los Daniels. Es muy posible que si hubiera visto esta primera película – en la que Daniel Radcliffe interpreta a un cadáver flatulento que sirve de compañero, herramienta de supervivencia e incluso aporta cierta trascendencia a Paul Dano – no se le hubiera ocurrido meterse en esta nueva aventura.

‘Todo a la vez en todas partes’ puede convertirse en una auténtica yincana de referencias cinematográficas – desde ‘
2001: Una odisea del espacio’, pasando por ‘Deseando amar’ hasta ‘Ratatouille’, pero Kwan insiste en que no tienen nada de cinéfilos y que su educación viene de vídeos de YouTube, como los sketches de “Tim y Eric” o la forma rompedora del anime japonés.

El viaje de Evelyn por todas sus vidas posibles la ayuda a entender lo que realmente en la suya. “Una de las cosas que más nos gusta es conseguir que los espectadores se conmuevan y empaticen con los personajes mientras ven algo totalmente absurdo”, dice Scheinert. “Siempre que ocurre, nos sentimos bien. Nos emociona, pero también es como si la broma hubiera funcionado”.

Con ‘Todo a la vez en todas partes’ la parte más humana nació de las conversaciones de los Daniels acerca de sus respectivas madres y de la brecha generacional, un hecho universal que ha aumentado dramáticamente con la llegada de la era digital.

Al principio se les ocurrió que Evelyn podía sufrir TDAH no diagnosticado, lo que le facilita la entrada en otros universos. Preocupado por no tratar el trastorno a la ligera, Kwan empezó a documentarse y llegó a un descubrimiento del todo inesperado: “Un día dieron las cuatro de la mañana y seguía delante de ordenador”, recuerda. “Nunca me había pasado por la cabeza que yo pudiera tener TDAH”.

Al cabo de un año de terapia fue diagnosticado oficialmente y entendió mejor sus dificultades cuando era niño y la relación con su madre, lo que de paso le permitió enfocar a Evelyn de otro modo. “Si Evelyn se siente única, tan llena de vida, se debe a esto, al TDAH – le pasa lo mismo que a mí –, quiere hacerlo todo, pero no consigue hacer nada”, sigue diciendo.

Todo a la vez en todas partes, dirigida por Daniel Kwan y Daniel Scheinert
Escena de «Todo a la vez en todas partes», dirigida por los Daniels

En la película, Evelyn se convierte en una elegida – como Neo en ‘Matrix’ – porque de todos sus yo potenciales, su versión es la menos exitosa. “Tiene superpoderes para derrotar a los malos”, dice Kwan. “Pero”, añade Scheinert, “sobre todo le distraen todas esas vidas que hubiera querido vivir”.

También pueden verse las numerosas vidas de Evelyn como una alegoría de la madre inmigrante: los caminos más atractivos se cierran uno tras otro, como si fueran vidas alternativas. Suele ocurrir cuando uno deja el país donde nació: las promesas
de una tierra llena de oportunidades resultan ser, en su mayoría, inaccesibles. “No ha tenido un recorrido fácil”, explica Michelle Yeoh. “Decidió dejar China y a su familia para empezar una nueva vida con el hombre al que ama, pero las cosas no siempre salen como se espera”.

La siguiente generación crece y vive con una cierta estabilidad en un país que considera suyo y su actitud es incomprensible para una mujer como Evelyn. “Mi madre y mi padre emigraron a Estados Unidos”, dice Kwan. “Cuando intentas integrarte, no tienes tiempo de pensar en otra cosa que no sea la supervivencia”. Y cita una frase de Mike Mills en Principiantes: “Nuestra buena suerte nos ha permitido vivir tristezas para las que nuestros padres no tenían tiempo, y alegrías que nunca vi en ellos”.

Si a eso le añadimos internet y cambios culturales de proporción sísmica, una hija queer que se ha convertido en algo totalmente incomprensible para sus padres, y un anciano padre chino, la brecha generacional crece aún más.

Cobra sentido que Joy, la hija de Evelyn, también sea Jobu Tupaki, el malo de los universos paralelos, un agente del caos que debe ser derrotado y salvado a la vez. “Jobu es la manifestación de esa extraña brecha generacional, y los universos paralelos son una metáfora de internet”, explica Kwan. “Crecimos con la aparición de internet; nos afectó, nos moldeó para ser como somos ahora, y nuestros padres intentan ponerse al día”.

En 2022, en una época de sobrecarga de información, de polarización extrema y de intimidación existencial, la idea de conectar a padres e hijos quizá no parezca algo tan banal. “En muchos aspectos, la película es un drama familiar”, recalca Daniel Scheinert. “A partir de ahí se nos ocurrieron las metáforas más enormes, más complicadas e hiperbólicas en torno a la brecha generacional para plasmar los errores de comunicación y diferencias ideológicas en el seno de una familia”.

Calidez en el caos

Kwan piensa que, actualmente, la mayoría de manifestaciones artísticas luchan por mostrar dos cosas: “La primera es la sensación de que todo ocurre a la vez, ¿cómo incluirlo en una historia para que tenga sentido? Y la segunda es el cambio climático”.

Todo a la vez en todas partes es claramente un intento por parte de los Daniels de encapsular la primera premisa, pero también se nota la otra en un segundo plano. “El proyecto nació como una válvula de escape para la ansiedad que nos produce vivir en este mundo moderno”, añade Kwan. “Es más, creo que todas las personas que conozco intentan entenderlo”.

Esa sensación ya estaba presente cuando empezaron a escribir el guion en 2016, antes de la era Trump y de la pandemia. “Ya nos sentíamos abrumados. A medida que escribíamos, nos preguntábamos qué estaba pasando a nuestro alrededor. Las cosas empeoraban, pero ¿cómo podían empeorar?”, dice el codirector. “Todos intentamos procesar la sensación de un trasfondo de fatalidad, de un trasfondo de caos”

Los Daniels no tienen respuesta, pero ‘Todo a la vez en todas partes’ ofrece al menos un rayo de esperanza ante el caos. “Una de las cosas más fuertes que puede hacerse por otra persona es escucharla”, dice Kwan.

Evelyn debe enfrentarse a una multitud de mundos a punto de colapsar – una manifestación extrema de la sobrecarga sensorial a la que somete el mundo moderno – antes de ver a la familia que siempre ha tenido delante. “Debe ir al otro lado del mundo para descubrir lo que realmente le importa: su marido y su hija. ¿Alguien elegiría otra cosa?”, se pregunta Michelle Yeoh.

“Me haría muy feliz saber que los espectadores salen del cine pensando que la bondad es un arma poderosa», concluye Daniel Scheinert.

Fuente: Youplanet Pictures

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