
Tras realizar cinco dramas ambientados en su Nueva York natal, el aclamado cineasta James Gray se adentró en un nuevo territorio con las exploraciones a gran escala de ‘Z. La ciudad perdida‘, ambientada en la selva amazónica, y la aventura espacial ‘Ad Astra‘. Con ‘Armageddon Time’, Gray ha elegido volver no solo a Nueva York, sino a la casa adosada del barrio de Queens en la que creció. «He estado en la selva y he estado en el espacio exterior, y me han encantado esas experiencias», comenta Gray. «Llegados a determinado punto, te das cuenta de que el infinito eres tú, en cierto modo. Y si eres capaz de expresarte directa y honestamente, eso es todo cuanto puedes hacer. La idea era volver a casa. Y tratar de hacer algo lo más personal posible».
Con eso en mente, decidió revisitar su infancia y juventud y crear personajes que fueran verídicos, fáctica y emocionalmente, a la gente que formó parte de los años de aprendizaje de su vida. Era el pequeño de dos hermanos, y tanto su padre como su madre eran hijos de inmigrantes judíos. Su padre, hijo de un fontanero, creció en condiciones difíciles y, a base de trabajo y esfuerzo, logró llegar a ser un ingeniero de clase media. La madre de Gray era profesora y presidenta del APA, como también lo habían sido sus padres. Tenía vívidos recuerdos de numerosas reuniones familiares con abuelos y tíos abuelos en las que, a menudo, se sentaban todos juntos en torno a una mesa a disfrutar de una comida. Los adultos hablaban de lo que se les pasaba por la cabeza y trataban de hacer que sus hijos prestaran atención a las cosas que decían sobre cómo abrirse paso en la vida.
También quería conectar en ‘Armageddon Time’ su historia personal con el lienzo más amplio de la vida americana y las corrientes históricas y culturales que nos impactaron a todos. Gray comenzó sus estudios en la escuela pública PS 173 de Queens, pero, en 1980, sus padres lo cambiaron a un colegio privado, Kew-Forest School, en la adinerada de zona de Forest Hills. En la PS 173, era uno de los 48 niños de clase, y no había lugar para atenciones personales ni nada por el estilo. En Kew-Forest, la ratio estudiante/profesor era una fracción de aquello y estaba rodeado de niños y chavales extremadamente privilegiados con los que no tenía demasiado en común.
Se acordaba de un amigo en particular de la PS 173, un niño negro que iba en autobús desde Hollis. Como era un chaval inteligente que no encontraba mucho estímulo en la escuela, su amigo no pudo graduarse y se quedó repitiendo sexto curso con un profesor que claramente le tenía enfilado. Gray y el muchacho se hicieron muy amigos y compartían su interés en el espacio y la música. Mientras Gray soñaba con ser un artista famoso, su amigo quería ser astronauta y guardaba como oro en paño los parches de la misión Apollo que su hermanastro le había mandado desde Florida. Un día, su profesor les pilló fumando algo más que tabaco en el baño y los chavales se metieron en un buen lío. El director del colegio le sugirió a la madre de Gray meterlo en una clase de recuperación para alumnos «lentos», una idea que ella rechazó de plano. Pero el amigo de Gray no tenía unos padres de clase media que intercediesen por él; vivía con una abuela que no siempre lo reconocía y que, sin duda, sufría Alzheimer. Estaba básicamente solo sin un adulto que lo defendiera.
El incidente fue una bifurcación en el camino y puso a cada uno de ellos en una senda diferente en la vida. El problema para el amigo de Gray no era solo el cambio de situación en la escuela; además, pasó a estar en el radar de los servicios sociales, que asignaron a unos trabajadores la misión de evaluar sus circunstancias familiares. Esquivó muchas visitas de esos trabajadores, sabiendo que no le permitirían seguir bajo la custodia de su abuela. Se escondía en una casa del árbol del jardín de Gray, pero este no comprendía realmente la dimensión de lo que afrontaba su amigo.
«Cuando me acuerdo, ya de adulto, siempre pienso que podría haber sido yo perfectamente», dice Gray. «Mi amigo era un chaval fabuloso, muy carismático. Como yo soy blanco, no me paraba a pensar que mi raza o mi clase social estuvieran determinando que me concediesen el beneficio de la duda o una segunda o tercera oportunidad, pero así era. La inconsciencia es un lujo y un privilegio que uno no se gana con su esfuerzo. Por eso, quería que la película examinara esas líneas defectuosas de la clase y la raza en este país con la intención de analizarlas con honestidad».
En Kew-Forest, conoció a chavales cuyo uso esporádico de la palabra «negro» no era más que una expresión de sus prejuicios. Eso lo turbó, pero no lo suficiente como para alzar la voz. Habló sobre ello con la persona que más quería y en la que más confiaba: su abuelo materno. De origen inglés, era un tipo enormemente cálido y generoso que apoyaba incondicionalmente la pasión de Gray por el arte y sus sueños para el futuro. A lo largo de la infancia de Gray, siempre había intentado inculcarle la comprensión de lo que estaba bien y mal. Y, en ese momento, le habló sin tapujos a su nieto sobre la cruda realidad del mundo y del imperativo moral de no guardar silencio. Esta relación, tan fundamental en la vida creativa y la brújula moral de Gray, se convertiría en un pilar fundamental de ‘Armageddon Time’. «Mi abuelo me alentaba a hacer lo difícil e incómodo. Y a mirar siempre en mi interior. Soy consciente de que no todo el mundo cuenta con una figura tan sabia o compasiva que le ayude a establecer una brújula moral, pero me hace feliz saber que su sabiduría perdurará, en cierto modo, en esta película».
La trama se desarrolla a través de los ojos de un joven Gray, pero expresa la visión del hombre en el que se ha convertido. «Es sobre mi propia percepción del mundo en lo que pienso que es un momento crucial de la historia de la posguerra norteamericana, 1980», nos explica. «Y con la elección de Trump, todo se potenció. Resulta que la familia Trump estaba muy involucrada en Kew-Forest. Fred Trump, Sr. y su hija Maryanne venían a hablar a nuestra escuela».
Para cuando comenzó a escribir el guion de ‘Armageddon Time’ en 2018, los diferentes hilos de recuerdos, ideas y temáticas se habían fusionado en una historia ambientada en las elecciones presidenciales de 1980. A lo largo de un periodo de dos meses, ‘Armageddon Time’ sigue la vida de un muchacho en casa y en la escuela, y la serie de acontecimientos que lo llevaron a perder a dos personas (su mejor amigo y su abuela materna) muy importantes para él.
El cineasta dio visibilidad a todas sus aficiones, tirrias, actitudes y comportamientos de infancia al crear al joven protagonista de la historia, Paul Graff. Como artista en ciernes, a Paul le encanta dibujar y vive fascinado por el espacio y los cohetes. Es un muchacho divertido e inteligente que no presta demasiada atención en clase, pero al que le gusta hacer reír a sus compañeros. En casa, es muy tiquismiquis con la comida y siempre está peleándose con su hermano mayor. En ocasiones, hasta se pasa de listo con sus padres. Está totalmente convencido de que su madre Esther, presidenta del APA, puede arreglar cualquier lío en el que se meta en la escuela y le guardará las espaldas de cara a su padre, Irving. Y cree a pie juntillas que su abuelo Aaron, que fomenta su interés en el arte y le apoya en todo, lo respaldará siempre que tenga una desavenencia con sus padres.
Conocemos a Paul el 8 de septiembre de 1980, en su primer día del sexto curso en la PS 173. Antes de que el profesor haya podido acabar de pasar lista, Paul y un chico que él conoce, Johnny, ya le han enfurecido haciendo reír a sus compañeros de clase. Un profesor que, además, sentía una animadversión previa hacia Johnny, que es negro. Para cuando les toca irse a sus respectivas casas, los dos muchachos han forjado un vínculo gracias al interés de ambos en el espacio y la música. Cuando llega a casa, Paul coge dinero del joyero de su madre y se lo da a Johnny para que su amigo pueda visitar el Guggenheim Museum con la clase.
Como el resto de elementos de ‘Armageddon Time’, los orígenes de la amistad de los personajes y la historia de Johnny proceden de la experiencia de Gray. «Creo que veía en él a un alma gemela», reflexiona Gray. «Le apasionaba el espacio, como a mí. Teníamos gustos similares. Cuando conoces a alguien de gustos parecidos, es muy emocionante, porque descubres que compartes muchas afinidades con esa persona. Y eso es la amistad».
De las cosas que más le gustan a Paul es pasar tiempo con su abuelo Aaron. La relación de James Gray con sus padres no siempre era sencilla, pero el amor incondicional que recibía de su abuelo era un regalo infinito. «Mi abuelo y yo compartíamos un vínculo muy especial», recuerda el cineasta. «Solía dibujar conmigo, escuchábamos juntos a Los Beatles… No tengo claro que en realidad le gustase mucho esa música, pero era tan maravilloso que nunca me lo hubiera confesado. Construía cohetes y modelos conmigo. Se interesaba mucho por mí y lo que quería yo hacer con mi vida».
‘Armageddon Time’ describe en gran detalle pequeños y grandes momentos que viven en su memoria. Se afanó en crear personajes fieles a sus contrapartidas de la vida real, con sus imperfecciones y todo, incluido él mismo. Muchas veces, decimos cosas y reaccionamos de formas que no siempre reflejan bien lo que somos. «Quería refrenar la necesidad de proyectar mi ego en una película y, en vez de eso, describir de la forma más fiel posible una serie de eventos de mi vida que muestran tanto lo hermoso como lo feo a partes iguales», señala. «El comportamiento de mi personaje Paul en la película es bastante despreciable en determinados momentos. En la cena con su familia es bastante idiota y le habla fatal a su madre de vez en cuando. Quería hacer una historia que involucrase a estos personajes y que estuviese llena de amor, comprensión y verdades difíciles».
Para Paul, que lo sacaran de la escuela pública y lo alejaran de sus amigos es como el fin del mundo. Gray decidió bautizar la película como la canción reggae Armagidion Time, que The Clash versionó en 1979. «Puede ser difícil de entender para la gente hoy en día, pero vivimos bajo la constante amenaza de una guerra nuclear, de Armagedón», señala el cineasta. «Los políticos lo hablaban constantemente. La idea tras el título de la película era que Armagedón para Paul es que lo alejen así de todo, ir a una nueva escuela y oír hablar con desprecio de los negros en su cara. Ver a la familia Trump ir a hablar a la escuela y decirles que no tenían ningún privilegio, cuando era una situación de absoluto privilegio. Todas esas cosas sacudieron sus cimientos». La película explora la idea de que hay eventos en la infancia que, en función de la clase social o raza, pueden brindar perspectiva a una persona o alterar o dañar la vida de otra para siempre. La desigualdad puede parecer invisible hasta que llegan esos momentos determinantes.