
De Damien Chazelle, ‘Babylon‘ es una original epopeya ambientada en Los Ángeles de los años veinte, protagonizada por Brad Pitt, Margot Robbie y Diego Calva, con un reparto coral que incluye a Jean Smart, Jovan Adepo y Li Jun Li. Esta historia de ambición desmedida y excesos escandalosos sigue el ascenso y la caída de múltiples personajes durante una época de degeneración y depravación desatadas en los albores de Hollywood.
“Quería poner bajo el microscopio los inicios de una forma de arte y de una industria, justo en el momento en que ambas estaban aún buscando el punto de equilibrio”, dice Damien Chazelle, “y, en un nivel más profundo, me gustaba la idea de observar una sociedad en proceso de cambio. Hollywood sufrió una serie de cambios rápidos y en ocasiones se diría que cataclísmicos en los años 20, a los que algunos sobrevivieron, pero que se llevaron por delante a la mayoría. En términos actuales, lo llamaríamos disrupción. Uno observa lo que sufrieron estas personas y se hace una idea del coste humano que acompaña a la ambición desbordada que atrajo a tanta gente a Los Ángeles en aquella época.
La historia de esa transición tiene un lado más oscuro de lo que se había visto hasta entonces. No solo fue la llegada del sonido sincronizado, sino la instauración de una serie de nuevos códigos morales -que culminaron finalmente en el Código de Producción de los años 30- y la reorganización que convirtió a la comunidad sin cortapisas ni regulaciones en la industria de grandes empresas globales que conocemos hoy en día. Coincidiendo con todo esto, Los Ángeles pasa de ser una ciudad desértica eminentemente rural a principios de los años 20 a convertirse en una de las principales megalópolis del mundo a finales de la década. De las cenizas surgieron multitud de edificios y estudios de grabación nuevos y relucientes, pero el coste en vidas arruinadas fue considerable”.
El coproductor Padraic Murphy ayudó a Chazelle con la investigación, localizando entrevistas difíciles de encontrar, testimonios orales, fragmentos de películas y fotografías de acontecimientos que se salían de lo común. El Museo Getty también abrió sus archivos fotográficos a Chazelle, e historiadores como William Deverell de la USC y coleccionistas de música como Sherwin Dunner proporcionaron a Chazelle y Murphy documentos primarios y grabaciones que les resultaron muy útiles para profundizar en su investigación. Sus hallazgos conforman un retrato más exhaustivo de la ciudad de Los Ángeles de la época: una comunidad ubicada en un desierto que se transforma hasta convertirse en una ciudad de talla mundial, una evolución que no deja de ser un microcosmos del experimento americano.
“Desde esa perspectiva, es una historia típicamente americana”, dice Chazelle. “Un grupo de forasteros y buscavidas, de rufianes e inadaptados, soñadores ilusos que, escapando de los monopolios implantados en la costa este, huyeron de sus ciudades natales, plantaron su tienda en un lugar deshabitado y construyeron una industria desde cero en el desierto, y esa industria acabó convirtiéndose en un leviatán de escala mundial. Con toda la gloria y la tragedia que acompañan a esas epopeyas”.

Bienvenidos a la fiesta
Nada capta mejor la decadencia lasciva que Damien Chazelle quería retratar en ‘Babylon’ que la secuencia de la primera fiesta en la mansión del productor de Hollywood Don Wallach (Jeff Garlin). Sea cual sea la imagen que tenga el espectador de la vida en los locos años veinte, Chazelle y su equipo de producción la llevan a otro nivel con un enfoque sin tapujos de la gente que se dejaba la piel trabajando de día y se dejaba aún más la piel divirtiéndose de noche.
“Cuanto más investigaba sobre aquellos primeros días de Hollywood, más me daba cuenta de lo demencial que fue ese periodo de tiempo,” dice Chazelle. “Era una especie de conjura de inadaptados que, desafiando todos los límites de la realidad, se juntaron y construyeron una ciudad y una nueva industria de la nada. No tenía la sensación de que ese tipo de comportamiento desquiciado se hubiera captado antes con precisión en una película, y quería presentar sus vidas y estilos de vida de una forma descarnada y sin filtros”.
Desde los momentos iniciales de ‘Babylon’, nos vemos envueltos en un frenético recorrido de cuerpos que se retuercen, conductas aberrantes y libidinosas, perversiones de todo tipo que se adueñan de la situación y no ceden hasta que sale el sol a la mañana siguiente.
“Mientras hacíamos ‘Babylon’, describíamos esos primeros días de Hollywood como un circo de punkies”, dice Matthew Plouffe. “Hollywood creaba películas de éxito para los mercados de masas, pero también seguía siendo marginal y estaba lleno de una troupe de circo marginal. Queríamos captar el espíritu sexo, drogas y rock ‘n’ roll de aquella época de una forma que nunca antes se había plasmado adecuadamente en una película”.
Manny Torres (Diego Calva) entra en la fiesta salvaje con la misma expresión de asombro e incredulidad que tendría cualquier forastero en ese momento. Se queda embobado ante la arrebatadora belleza de la gente, que contrasta con la simultánea atrocidad de su comportamiento, todo ello en el mismo fotograma. Se instaló una Spidercam de una esquina a otra de la sala y se lanzó al vuelo sobre la multitud, captando a bailarines, borrachines que caían de los balcones y dos docenas de imágenes de encuentros sexuales.
“Desde el principio, sentí que teníamos que tratar de empezar la película con una secuencia de fiesta gigante que dejara en mantillas a todas las otras secuencias de fiesta”, dice Chazelle. “En la historia del cine ha habido algunas secuencias de grandes fiestas, así que teníamos que escapar de las sombras de figuras gigantescas”.
Para el exterior de la mansión Wallach, Florencia Martin y el jefe de localizaciones Chris Baugh encontraron el castillo de Shea en las estribaciones de la sierra, al oeste de Palmdale, a unos 100 kilómetros de Los Ángeles. Baugh eligió el enclave tanto por su ubicación remota y sus vistas como por su historia como patio de recreo de las estrellas.

“El Castillo de Shea fue construido originalmente por un empresario llamado Tommy Lee en la década de 1920, y fue construido para fiestas como las que se retratan en Babylon,” dice. “Se tardaba un par de horas en llegar en coche a la casa desde Los Ángeles, así que Lee construyó una pista de aterrizaje, para que pudieran llevar a la gente en avión desde Los Ángeles a la fiesta. Los miembros de la alta sociedad solían volar hasta aquí y quedarse el fin de semana haciendo todo lo que les apetecía, sin que nadie curiosease”.
También había mucha historia auténtica de Hollywood en el salón de baile de la fiesta de Wallach, que se rodó en el Ace Theatre del centro de Los Ángeles. “Fue construido originalmente por Charlie Chaplin, Mary Pickford y Douglas Fairbanks para poner en marcha su nueva compañía, United Artists”, dice Baugh. “El Ace Hotel compró esa propiedad hace unos diez años y la restauró, e hicieron un trabajo fantástico”.
El lugar se eligió a instancias de Martin, para aumentar la lista de elementos de arquitectura histórica y elementos del espacio preexistentes que se utilizan en la película. “Simplemente tenía todos los elementos que encajaban con la visión de Damien de cómo se iba a rodar la secuencia, de cómo Manny ve por primera vez la fiesta desde el balcón del tercer piso y ve este sindiós de gente enloquecida..”. dice Martin. “Nos enamoramos de la riqueza de detalles de este teatro, y de que no se pareciera a nada que hubiéramos visto antes”.
El bunga-bunga-bunga de la música en la fiesta de Wallach sirve de ritmo para la multitud de juerguistas, con los cuerpos retorciéndose y ondulándose al compás en un trance casi hipnótico, captado por una cámara que entra y sale en picado de la acción mientras la banda sigue tocando. “La complejidad de esa escena de fiesta no se parece a nada de lo que yo haya formado parte”, dice Jovan Adepo, que interpreta al virtuoso trompetista Sidney Palmer. “Había una cámara girando en una grúa a mi alrededor y acercándose a escasos centímetros de mi cara mientras tocaba la trompeta, así que mi ejecución debía ser perfecta, o me arriesgaba a arruinar toda la toma”.
Cuando el personaje de Margot Robbie, Nellie LaRoy, se abre paso en el mar de cuerpos de la fiesta, deja que la música se adueñe de su alma y ella se apodera de la atención de los presentes, simplemente con el movimiento de su cuerpo y el fuego de su mirada. “Nellie tiene muy buenos instintos, y creo que su superpoder consiste en saber cuándo algo funciona, y cuándo no,” dice Robbie. “Así que es perfectamente consciente de que cuando se sube a una mesa para bailar, la gente va a mirarla y se va a sentir excitada, escandalizada e intrigada”.
Cuando la mano derecha de Wallach, Bob Levine (Flea), empieza a recorrer la fiesta, buscando una actriz para el rodaje del día siguiente, se fija en Nellie al otro lado de la abarrotada sala, señala y dice: “Ella”. Los instintos de Nellie para asegurarse de estar en el lugar adecuado en el momento oportuno han dado sus frutos.
“Las escenas de fiesta a lo largo de ‘Babylon’ son parte integral de la historia, porque puedes aprender casi todo lo que necesitas saber sobre una sociedad por sus fiestas”, dice Chazelle. “Dentro de una fiesta de Hollywood, la gente sube y la gente baja en un abrir y cerrar de ojos”.