La década de los treinta estuvo marcada, en el cine norteamericano, por el profundo cambio que experimentaron tanto el star system como los géneros por la consolidación del sonoro. Algunos de los más populares filones de la industria, como el western, vieron peligrar su continuidad, al tiempo que nacían o evolucionaban otros. Entre ellos, el género cómico, que los anglosajones denominaron slapstick. Y, además, para satisfacer la demanda de risas, Hollywood contaba con un nuevo gadget: la palabra.

Así nacía la comedia en la acepción más habitual, con orígenes que van desde la sátira grecorromana hasta el teatro de bulevar. Y también variantes específicamente fílmicas: la más importante sería pronto conocida como screwball comedy. Frank Capra fue considerado el padre de este nuevo género, sobre todo tras recibir varios Oscar por ‘Sucedió una noche’ (1934). Pero Capra, en realidad, fue autor de una estética y un universo propios, lo que pronto se conoció como el «Toque Capra».

La comedia «capresca» tiene unos claros tintes ideológicos, reflejando las peripecias de gente corriente enfrentada a un sistema político complejo, que el consecuente populista que siempre fue Capra denuncia por su tendencia a anular la voluntad del individuo en beneficio de la masa. Ese mundo técnico y estilístico creado por Frank Capra (su «toque» personal) se adscribe sobre todo a sus obras más famosas: ‘La locura del dólar’ (1932), ‘Dama por un día’ (1933), ‘El secreto de vivir’ (1936), ‘Horizontes perdidos’ (1937), ‘Vive como quieras’ (1938), ‘Caballero sin espada’ (1939), ‘Juan Nadie’ (1941) y ‘¡Qué bello es vivir!‘ (1946).

En esta última, el realizador estadounidense de origen italiano hace una síntesis, recogiendo las características más destacadas de su iconografía: la inocencia, el idealismo, el optimismo, el espíritu de la Navidad, la alegría de vivir, la familia, la libertad, el sacrificio personal, el individualismo, la buena voluntad, el suicidio, la búsqueda de la felicidad y el miedo a la mujer, entre otras muchas. En definitiva, el universo de Capra es un mundo de modestia, bondad, equidad, caridad, inocencia, serenidad y sacrificio; y ese también es el mundo de George Bailey, protagonizado por James Stewart en la película más reconocida de Frank Capra, que por otro lado fue en su día un fracaso comercial.

Capra plasmó todas sus experiencia en el mundo del cine en su extraordinario libro de memorias, El nombre delante del título (1971), del que su compañero y amigo John Ford dijo: «El único documento definitivo que he leído acerca de Hollywood».

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