
Ambientada en la Francia del siglo XVIII, ‘Chevalier‘ cuenta la extraordinaria y pertinente historia del ascenso vertiginoso y del espíritu luchador del fenómeno musical Joseph Bologne, conocido con el nombre del Chevalier de Saint-Georges. El Chevalier era lo que llamaríamos hoy una superestrella: un deslumbrante talento multidisciplinario que dominaba varios campos: era un violinista virtuoso que daba conciertos con enorme éxito de público; un campeón con la espada; un compositor ingenioso; y, por un tiempo, uno de los miembros más atractivos e inesperados de la espectacular corte de María Antonieta.
Los historiadores han trabajado incansablemente para documentar la vida de Bologne. Sus papeles y su música se destruyeron en la era napoleónica así que poco se sabe de sus experiencias cuando accedió a la esfera de las élites. El director Stephen Williams (‘Watchmen’) y la guionista Stefani Robinson han querido dar a la vida de Bologne un tono fresco y contemporáneo en la pantalla. Muchos de los datos imaginados se basan en una extensa investigación de la época por lo que ‘Chevalier’ es una visión optimista de un hombre empeñado en crear y en ser quien era en realidad. No le importaban las expectativas que habían depositado en él o los sueños prohibidos para los que eran como él.
Bologne era hijo ilegítimo de una esclava africana y del propietario de una plantación francesa, un hombre de color en una sociedad plagada de creencias y leyes racistas. En esa sociedad intolerante y clasista, su vida dio un giro y acabó rebelándose contra esa misma aristocracia que aduló su talento pero que menospreciaba su herencia y ponía límites a su potencial.
Aunque su historia está ambientada en el siglo XVIII, sigue estando de plena actualidad. Desde su batalla de violines de alto voltaje en la apertura, la película dota a Bologne de un toque de arrogancia rock and roll muy actual. Pero si la fama y el esplendor de Bologne se hacen eco del mundo de las estrellas del pop moderno, su historia también es una exploración de algo con lo que nos podemos identificar en nuestro tiempo: cómo una persona escapa de la trampa de lo que otros esperan o exigen.
Robinson, al que el Chevalier deslumbró cuando era adolescente, recuerda que le impactó lo épica que fue su vida, desde que nació en una plantación de esclavos hasta que se hizo amigo de la reina. “Su vida tiene muchos arcos dramáticos y es extraordinariamente cinematográfica”, dice Robinson. “En mi opinión, Joseph siempre se sintió como una estrella de rock”.
Decidida a llevar su vida a la pantalla, vio la oportunidad de revivir su leyenda: es una historia sobre la identidad, sobre alguien que rompió el molde y terminó pagando el precio de salirse del sistema. “Cuanto más sabía sobre él, más me frustraba que la gente no supiera quién es”, dice Robinson. “No fue fácil llevarlo a la pantalla, pero el hecho de que esté aquí y que parezca tan vivo es algo muy especial”.
Quería recrear una de las épocas más suntuosas de la Historia desde un ángulo no visto hasta ahora, pero sobre todo quería «reparar los desequilibrios de la narración histórica”. Williams lo explica: «Me interesaba recuperar historias de personas que llevaron una vida extraordinaria e impactante pero que han sido ignoradas y descartadas de la narrativa general”. Bologne es un ejemplo espectacular de alguien a quien se le niega lo que le corresponde. Pasó de ser una celebridad incontestable y un influencer a evaporarse de las páginas de los libros de historia durante siglos.
Williams se centró en la presión que Joseph debió sentir, una presión que él conoce bien: la mentalidad que te dice que debes ser diez veces mejor que tus compañeros y no cometer ningún error para que te valoren. “Ves que al principio, Joseph cree que si puede sobresalir en todo lo que hace, será aceptado por la sociedad aristocrática”, comenta Williams. “Pero acaba descubriendo que la aceptación social no es lo que cuenta. Aceptarse a uno mismo es lo más importante en la trayectoria de una vida”.
El período de la película es una época con una extraordinaria innovación artística pero también de gran agitación social y parece íntimamente ligada al nuestro. Así que Williams estructuró la película mirando no solo hacia atrás sino hacia adelante. “La Revolución francesa recuerda mucho a las convulsiones sociales que hemos visto en todo el mundo en los últimos años, con protestas similares por la igualdad y una mayor responsabilidad”, señala el director. “Es un mundo que refleja el nuestro”.
A Kelvin Harrison Jr., que estudió violín siete horas diarias para encarnar al protagonista, Chevalier le pareció increíblemente moderno, especialmente por la forma en que se mueve con tanta fluidez entre los mundos de la música, el deporte y, en última instancia, la lucha por la justicia. “Sentí que podía entenderlo como artista negro. Su trayectoria refleja cómo todos luchamos por encontrar espacios donde nos puedan ver y escuchar”, dice Harrison. “Esta historia plantea grandes preguntas sobre el arte y la igualdad y por qué se ha borrado a tantos artistas negros, pero también es un maravilloso homenaje a la vida de Chevalier”.

El presidente estadounidense John Adams dijo que Joseph Bologne era “el hombre con más talento de Europa”. Fue un elogio asombroso para alguien nacido en el Caribe bajo el Code Noir, el documento legal francés que limitaba y controlaba todos los aspectos de la vida de las personas de color, desde con quién podían casarse, hasta qué religión podían profesar, hasta qué castigos soportarían.
Bologne tuvo un éxito impresionante a pesar de esas circunstancias tan injustas. Nació en 1745 en la isla de Guadalupe, hijo de un rico propietario de una plantación francesa y de Nanon, su esclava de 16 años originaria de Senegal. Su padre lo envió de niño a París y después a la famosa Academia La Boëssière para estudiar música, matemáticas, literatura y esgrima, todo lo necesario para sobresalir en la Francia de la Ilustración. Joseph no solo sobresalió en todas esas facetas, sino que triunfó.
Cuando alcanzó la mayoría de edad, sus numerosos talentos se multiplicaron y se desarrollaron. Se convirtió en una leyenda al ser el esgrimista más invicto de Europa y un consumado bailarín, jinete y creador de tendencias de moda. La gente acudía en masa a sus conciertos de violín, ya que tenía la reputación de llevar el instrumento al límite. Fue incluso más allá como compositor, escribiendo algunos de los primeros cuartetos de cuerda pioneros del mundo y ayudando a establecer la rica simetría y melodía de la era barroca. Su obra, compleja y emotiva, influyó en otros compositores, incluido, según sugieren muchos estudiosos, su contemporáneo Wolfgang Amadeus Mozart. Fue nombrado oficial de la Guardia Real y apodado Chevalier de Saint-Georges en 1762.
Sin embargo, incluso cuando llevaba una vida de grandes oportunidades creativas en París, a Bologne no se le concedieron los mismos derechos que a los demás. Se limitó su libertad y, en ocasiones, fue objeto de un odio feroz. Aunque los filósofos de la Ilustración francesa se oponían a la esclavitud, Bologne sabía muy bien que la monarquía la apoyaba. Cuando estaba a punto de convertirse en la primera persona de color en dirigir la Ópera de París, muy por delante de su tiempo, intervino un trío de divas que declararon que nunca “se someterían a las órdenes de un mulato”.
Esta historia tan dramática sorprendió a la guionista Stefani Robinson cuando descubrió a Bologne en su adolescencia. Cuando estuvo lista para escribirla, Robinson buscó toda la información que podía conseguir. Aun así, se enfrentó a grandes vacíos en la vida y las relaciones de Bologne por lo que tuvo que recurrir a la imaginación. Esto dio lugar a lo que se convirtió en un tema central de la película: cómo aprendió Joseph a seguir su propio camino, no él que le trazaba la sociedad. Llegó a desafiar a la aristocracia en la que una vez se movió y le cambió un amor que su raza hacía imposible. Y redescubrió su herencia, aportando influencias criollas a su música y luchando por su pueblo.
“Mi enfoque consistió en utilizar la reducida historia que se ha documentado como punto de partida, pero sin dejar que se convirtiera en un grillete”, explica Robinson. “Me interesaba contar una historia con un contexto histórico pero dotado de una potente perspectiva moderna”.
Esa lente moderna es intensamente personal para Robinson, especialmente cuando escribió sobre el escrutinio al que se enfrentan las personas de color. “Solo puedo hablar por mí misma como mujer negra, pero a menudo me han dicho directa o indirectamente que no podía cometer errores, que debía ser la mejor y que nunca es suficiente. Es una idea que planteamos en esta película”, dice Robinson. “Joseph se lanza a conseguir el éxito como un medio para sentir amor y aceptación, para escapar de la plantación literal y metafórica. Pero a medida que crece, comprende que es un artista negro y se pregunta cómo puede usar su voz”.
A medida que avanzaba el desarrollo de la película, Robinson y Williams unieron fuerzas para seguir documentándose sobre Bologne. “La investigación fue maravillosa”, dice Williams. “Me sentía como un detective aficionado buscando pistas, tratando de reconstruir cómo pudo ser la vida de esta persona. Trabajamos incansablemente durante un año en el guion, comprimiendo una vida muy extensa, al tiempo que imaginábamos formas de llenar los vacíos de documentación en función de quién creíamos que era. Y Stefani fue en todo momento una magnifica colaboradora”.
Robinson añade: «Stephen se identificaba con todo lo que hacía que me identificara con el Chevalier y él supo encontrar esos matices que significaban tanto para mí”.