Indiana Jones y el dial del destino, una aventura sobre las oportunidades perdidas

De la mano del guionista y director James Mangold llega el último capítulo de la saga de uno de los mayores héroes de la historia del cine. En ‘Indiana Jones y el Dial del Destino‘, Harrison Ford retoma por última vez su icónico papel del sagaz arqueólogo para que vivamos con él una emocionante aventura alrededor del mundo.
Estamos en 1969 e Indiana Jones está listo para dejarlo todo. Después de pasar más de una década enseñando en el Hunter College de Nueva York, el prestigioso profesor de arqueología se prepara para retirarse a su modesto apartamento donde ahora vive solo. Pero todo cambia después de una visita sorpresa de su ahijada Helena Shaw (Phoebe Waller-Bridge) que busca un extraño artefacto que su padre confió a Indy años antes: el tristemente famoso Dial de Arquímedes, un dispositivo que supuestamente tiene el poder de localizar fisuras en el tiempo.
Helena, una consumada estafadora, roba el Dial y abandona rápidamente el país para vender el artefacto al mejor postor. Sin otra opción que ir tras ella, Indy le quita el polvo a su sombrero de fieltro y a su chaqueta de cuero para emprender una última aventura. Pero el antiguo enemigo de Indy, Jürgen Voller, un ex nazi que ahora trabaja como físico en el programa espacial de Estados Unidos, tiene su propia agenda para el Dial, un aterrador plan que podría cambiar el curso de la historia del mundo.
Si la aventura tiene un nombre sería el de Indiana Jones
No hay duda de que Indiana Jones sigue siendo uno de los personajes más queridos de la historia del cine: el American Film Institute clasificó al aventurero como el segundo mayor héroe cinematográfico de todos los tiempos; solo Gregory Peck como Atticus Finch en ‘Matar a un ruiseñor’ podría superarlo. Sin embargo, es difícil imaginar que Indy hubiera permanecido en las mentes y los corazones del público si Harrison Ford no hubiese encarnado al héroe con el desgastado sombrero marrón.
En cuanto Indy apareció en las pantallas por primera vez en el hito de 1981 de Steven Spielberg ‘En busca del arca perdida’, se produjo un matrimonio perfecto entre personaje y estrella. Con esa masculinidad un poco tosca, Harrison Ford resultaba irresistiblemente carismático pero también profunda y entrañablemente encantador. Esbozaba una sonrisa de complicidad en los momentos justos y escapaba de catástrofes aparentemente imposibles gracias a una mezcla de ingenio, inventiva y a veces… por pura suerte.
De todos los personajes inolvidables que ha interpretado, Harrison Ford siempre ha sentido una afinidad especial con Indiana Jones. De hecho, el actor preguntaba periódicamente a los productores Kathleen Kennedy y Frank Marshall sobre la posibilidad de retomar el papel por última vez. “Harrison ama a este personaje tanto como el público y no quería que terminara”, dice Kennedy. “Siempre estaba preguntando: ‘¿Es que no hay otra historia?’”
Para encontrar la respuesta, Kennedy, Ford y Spielberg recurrieron a James Mangold, el responsable de películas como ‘En la cuerda floja’, ‘Logan‘ y ‘Le Mans ’66’, que han sido éxitos de crítica y público. Mangold, que ha sido nominado en dos ocasiones al Oscar, tenía una amplia experiencia a la hora de contar historias cargadas de emoción sobre personajes históricos, de Johnny Cash a Carroll Shelby, y era igualmente hábil en relatos dramáticos sobre personajes que son auténticos outsiders. Sus películas, que suelen centrarse en protagonistas cautivadores y conflictivos, están magníficamente estructuradas además de ser muy estimulantes y entretenidas.
Harrison Ford ya estaba familiarizado personalmente con Mangold y afirma que la obra del guionista y director demostraba que era la persona adecuada para tomar el relevo de Spielberg en la última aventura de Indiana Jones. “Admiro muchos aspectos del estilo cinematográfico de Jim Mangold”, dice Ford. “Pero como narrador, tiene una percepción particular que es fruto de su propia experiencia. Su ambición coincide con la ambición que hemos demostrado a lo largo de esta serie de películas, es decir, crear entretenimiento a gran escala con un humor irónico y una faceta emocional que engancha a la audiencia”.
Para Mangold, la experiencia de ver ‘En busca del arca perdida’ a los 17 años en el Orange County Mall en el estado de Nueva York el día del estreno, el 12 de junio de 1981, es algo que no olvidará jamás. Me fascinó el espíritu jovial de la aventura clásica que tomaba prestados estilos y técnicas de las primeras décadas del arte cinematográfico. Era una mezcla a partes iguales de persecuciones, momentos de suspense, puñetazos, romance e ingenio, con una sensibilidad moderna totalmente original.
Sin embargo, el amor y el respeto incondicionales que sentía Mangold por lo que Spielberg había creado le hizo dudar en un primer momento. Solo accedió a ponerse detrás de la cámara cuando supo que tendría tiempo para crear una aventura convincente digna de la saga de Indiana Jones: ‘En busca del arca perdida’ (1981), ‘Indiana Jones y el templo maldito’ (1984), ‘Indiana Jones y la última cruzada’ (1989) e ‘Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal’ (2008), todas dirigidas por Spielberg.
“Indiana Jones es un personaje que siempre nos sorprende”, dice Mangold. “Puede ser egoísta, puede ser empático, puede ser valiente y también puede ser un cobarde. Y Harrison sabe fusionar todos esos elementos contradictorios. Indiana Jones no es un héroe griego en el Monte Olimpo, es un personaje muy humano. Creo que todas sus excentricidades, ansiedades, neurosis y debilidades forman parte de su atractivo. Pero tiene un superpoder, y es que tiene una suerte increíble”.
Aunque querían rendir homenaje al personaje, también les pareció importante ofrecer al público algo emocionante y nuevo. Además, querían mostrar la edad del personaje, dado que Ford cumplió 79 años durante el rodaje. Así que ambientaron la película a finales de los años 60, una época en la que un héroe aventurero de la Gran Generación inspirado en las series de películas clásicas de los años 1930 y 1940 hubiera parecido una reliquia.
“El desafío al que te enfrentas es que estás retomando un género sin cambiar de reparto”, dice Jez Butterworth. “Cuentas con el mismo actor que estaba interpretando al personaje a los treinta y tantos años y que ahora lo hace cerca de los ochenta. Creo que lo que en principio parecía un inconveniente era en realidad una ventaja. Tenías que explotar la idea de que lo que sucede al final de las historias de las personas puede ser tan fascinante como lo que sucede al principio de esas mismas historias. Así fue como que la historia empezó a parecer auténtica y creíble. Si aceptas la oportunidad, se abren todo tipo de puertas para contar historias”.
A Ford le gustó este enfoque y le pareció que coincidía con su comprensión innata del personaje. “No hemos evitado el hecho de que Indy haya envejecido 40 años durante el período que hemos estado contando su historia. Eso lo hemos asumido”, dice Ford. “Nos hemos enfrentado a los desafíos a los que él se enfrentó y hemos aportado humanidad y calidez a la historia. Concebir el contexto en el que se desarrolla la historia ha sido un ejercicio extraordinario de imaginación. Muy audaz. Muy emocionante. Muy valiente”.
Cuando empieza la película, Indiana Jones está llegando al final. Mientras se prepara para retirarse de la docencia, pasa las noches solo en un modesto apartamento de Nueva York. “El Indiana Jones que conocemos en 1969 es el resultado de las experiencias que hemos vivido con él a lo largo del resto de las películas”, explica Ford. “Esto es lo que sucede cuando eres un arqueólogo y profesor arruinado. Estás frustrado con tu carrera y es tu último día en el trabajo antes de jubilarte y puede que de vez en cuando te tomes una copa a media mañana. Está desanimado, dolido, tiene una actitud cínica, pero unas circunstancias inesperadas le llevan a vivir una gran aventura en la que hay tanto redención como renacimiento”.
Mangold lo explica: «Quería que al principio, el personaje de Harrison estuviera lo más lejos posible de Indy para que la audiencia sintiera la euforia cuando las circunstancias lo obligan a volver a ponerse su sombrero. 1969 es una época en la que todo el mundo ha dejado de creer en héroes como Indiana Jones. En muchos sentidos, la aventura que hemos inventado es un ajuste de cuentas entre un héroe de la vieja escuela y un mundo moderno ambivalente y cada vez más cínico”.
El codiciado artefacto que impulsa la narrativa, el Dial de Arquímedes, se inspiró en un artefacto real, el mecanismo de Anticitera. Se trata de un dispositivo mecánico que supuestamente se utilizó en la antigua Grecia para calcular y mostrar información sobre fenómenos astronómicos. Se ha descrito como el ejemplo más antiguo de un ordenador analógico.
“Cuando supe que ‘Indiana Jones y el Dial del Destino’ era sobre el tiempo, sobre las oportunidades perdidas, las decisiones que se han tomado y los errores irrevocables, la pregunta pasó a ser: ¿Qué sería lo único que me permitiría fijar el tiempo?», explica Mangold. “Según la investigación que encontré sobre Anticitera, que supuestamente es un invento de Arquímedes, se trataba de una especie de brújula del tiempo”.
Los guionistas se tomaron la libertad de invertir su versión del mecanismo del Anticitera con un poco de magia añadida para convertirlo en el Macguffin perfecto para la historia. “El Dial de Arquímedes es un concepto extraordinario y audaz”, dice Ford. “Creo que fue una decisión magnífica. Los objetos que hemos utilizado en el resto de las películas siempre tenían un aspecto religioso: las piedras de Sankara, el Santo Grial, el Arca de la Alianza. Pero esta vez se trataba de jugar con la naturaleza de la ciencia”.
Decidido a recuperar el objeto, Indy deja atrás Nueva York para recuperar el Dial, pero no es el único que persigue a Helena. El antiguo némesis de Indy, Jürgen Voller, también la persigue, con la esperanza de hacerse con el Dial. “En las películas de Indy, los mejores villanos son nazis”, dice John-Henry Butterworth. “Si escribes una lista de deseos de lo que quieres ver en una película de Indy, seguro que Indy sale peleando con los nazis y ganándoles. Intentar encajar todo eso en el marco temporal en el que queríamos que se desarrollara la historia principal era como una pista en un crucigrama”.
Con ese fin, los realizadores crearon un prólogo repleto de acción ambientado en 1944 en el que un Indy más joven lucha contra los enemigos nazis. “En este caso, hacer una secuencia muy elaborada con Indiana en su mejor momento y luchando contra los nazis iba a ser algo así como un milagro”, dice Mangold sobre la idea de los guionistas. Permitiría al público recordar algo que puede que no hayan visto desde hace algún tiempo. Quería tener la oportunidad de hacer una película con un Harrison joven. Así que escribimos una secuencia, una especie de aventura elaborada que inaugura ‘Indiana Jones y el Dial del Destino’”.
El toque John Williams en Indiana Jones y el Dial del Destino
John Williams, el compositor vivo de música para el cine más prestigioso del mundo, vuelve a dejar su impronta en la franquicia de Indiana Jones. Así es como Williams ha compuesto la música de ‘Indiana Jones y el Dial del Destino’ como lo hizo en cada entrega de la serie desde ‘En busca del arca perdida’.
“John Williams es una leyenda. Surgió en la Edad de Oro de las bandas sonoras. Tocó en las orquestas de Franz Waxman. Era músico de jazz a los 20 años. Dirige los Boston Pops. Ha dado conciertos en todo el mundo. Es uno de mis mayores héroes artísticos del cine, y ha tenido un efecto profundo e inspirador en muchísimas carreras y películas”, afirma Mangold.
A John Williams, ganador de cinco Oscars y 53 nominaciones de la Academia, le fascinó la idea de componer una música que no solo multiplicaría la emoción de la última aventura de Indy, sino que también subrayaría sus momentos emocionales más conmovedores y extraordinarios, incluidos los del final de la película.
“Intenté aportar cierta nostalgia a Indiana Jones y el Dial del Destino”, dice Williams. “Este personaje es maravilloso porque Harrison Ford tiene la habilidad de hacer las escenas más dramáticas con una pizca de ironía o un brillo en los ojos. Dice los diálogos de acción y comedia maravillosamente bien”.
Aunque al principio Williams solo accedió a escribir algunos temas para la nueva película, una vez que empezó a componer las piezas individuales, enseguida decidió escribir la música de toda la película. “No sabía si John querría componer toda la música cuando se lo propuse”, dice Mangold. “Así que me limité a rezar para que aceptase”.
Entre todo el material nuevo que compuso hay que destacar el tema de Williams para Helena con la maravillosa aportación de la violinista Anne-Sophie Mutter. “Jim Mangold me dijo: ‘Escribe un tema para Helena que se parezca a una mujer de los años 30 o 40’”, dice Williams. “Ella es una aventurera con amantes aquí y allá y al mismo tiempo logra hacer muchísimas cosas luciendo su deslumbrante belleza”.
Mangold señala el enfoque tradicional y excepcional que Williams aplica a su oficio: “John crea temas melódicos para los personajes, todos escritos a lápiz, todos escritos con notas. Ahora, muchos compositores tienen la película en un video y usan un sintetizador, y el midi del sintetizador lo convierte en notas. Luego se las entrega a un arreglista que la convierte en una pieza con arreglos para orquesta. Todo suena muy bien, pero lo que hace John suena mucho mejor”