La sociedad de la nieve‘, dirigida por J.A. Bayona, adapta el libro de Pablo Vierci, que estudió en el colegio Stella Maris de Montevideo (Uruguay) junto con otros supervivientes de la catástrofe aérea de los Andes. Bayona utiliza el libro del autor uruguayo, escrito 36 años después de que el avión se estrellara, para dar voz a los supervivientes y a los que no lograron salir con vida. El suceso, del que se cumplieron 50 años el año pasado, es bien conocido en todo el mundo y ha afectado (y sigue afectando) a generaciones de personas.

Bayona, que clausuró con ‘La sociedad de la nieve’ la 80 edición del Festival de Venecia, concedió esta entrevista para promocionar su última película, donde reflexiona sobre su trabajo detrás de las cámaras y de los aspectos fundamentales del filme, que ha sido elegido para representar a España en la 96ª edición de los Oscars en la categoría de Mejor Película Internacional.

Entrevista a J.A. Bayona, director de La sociedad de la nieve

¿Cómo conoció la Sociedad de la Nieve?

Leí el libro La sociedad de la nieve hace más de 10 años, mientras me preparaba para rodar ‘Lo imposible’, y resultó ser muy inspirador. El título de ‘Lo imposible’, por ejemplo, surgió cuando leí una declaración de Roberto Canessa, uno de los supervivientes de los Andes. Recuerdo que compartía fragmentos del libro con Naomi Watts y Tom Holland en los descansos entre tomas. Las dos películas narran dos tragedias humanas que comparten una idea de supervivencia no sólo física, sino también emocional.

¿Qué es lo que más te ha interesado del libro?

Pablo Vierci consigue meterte en la mente de cada uno de los personajes, y experimentas algo extremo que te pone cara a cara con la muerte, y a partir de ahí, la atención se centra en vivir. Es una historia fascinante y compleja. Su libro está lleno de fuertes contrastes entre la luz y la oscuridad, y es muy humano. Me interesó especialmente el sentimiento de culpa que impregna toda la historia, que desmonta el clásico cuento del héroe de las películas que describen este tipo de historias. En el libro, Roberto Canessa se dirige a los muertos 40 años después del accidente y les pide que acepten pacíficamente haber experimentado la vida que no tuvieron. De esta idea nace uno de los temas de la película: la necesidad de establecer contacto entre los vivos y los muertos para escribir una historia que ponga de relieve el papel fundamental desempeñado por todos, incluidos los que se quedaron.

¿En qué se diferencian dos historias de supervivencia como ‘Lo imposible’ y ‘La sociedad de la nieve’?

Hay una diferencia importante en cuanto al marco temporal: de las 72 horas que vivieron los supervivientes de ‘Lo imposible’ a los 72 días que pasan los personajes de ésta. La experiencia es muy diferente. En esta película, hay lugar para la reflexión, para hacerse preguntas. El contexto también es muy diferente. ‘La sociedad de la nieve’ trata de la vida en un lugar donde la vida no es posible. Los personajes tienen que reinventarla. Las relaciones, las costumbres y los vínculos se reinventan.

No puede ser fácil contar la historia con tanta gente implicada.

Llegar a un acuerdo con todos los supervivientes y familiares de los fallecidos fue vital para este proyecto y todos respondieron de forma unánime y favorable al planteamiento de la historia. Los supervivientes fueron decisivos, su entusiasmo alimentó la película y mi perspectiva

«Me interesaba mucho retratar un tipo de masculinidad que no estuviera relacionada con lo heroico». J.A. Bayona

¿Qué papel desempeñó Pablo Vierci en la película?

Fue el custodio de la historia y los personajes, pero nunca sentí que limitara mi visión. Al contrario, me sentí apoyado y seguro con él a mi lado. Los supervivientes también fueron fundamentales: su entusiasmo galvanizó la película y mi punto de vista. Vivimos juntos un proceso apasionante y creativo. Si surgía alguna pregunta en el plató, Vierci cogía el teléfono y hablábamos con las personas que habían vivido de primera mano las situaciones que intentábamos recrear. Fue una experiencia única.

¿Vierci también estaba de acuerdo con el punto de vista de la película?

Sí, lo apoyó desde el principio, incluso cuando ese punto de vista difería del del libro. En su obra, la historia la cuentan los 16 supervivientes. Nosotros incluimos a los que murieron. Le pareció una idea brillante y siempre la apoyó.

‘La sociedad de la nieve’ aborda un tema tan delicado como el canibalismo. ¿Fue difícil decidir cómo abordarlo?

Si seguimos hablando de esta historia más de 50 años después, es en gran parte porque los protagonistas tuvieron que alimentarse de los cadáveres de sus amigos. Me interesa mucho el carácter simbólico de ese acto, la idea de entregarse a otro. En el corazón de ‘La sociedad de la nieve’ hay un espíritu de colaboración y amistad que aparece espontáneamente a medida que los protagonistas se enfrentan a una adversidad cada vez mayor. La entrega a los demás se manifiesta tanto espiritualmente -cuando uno camina por los demás o cura sus heridas- como físicamente, con esos cuerpos que dan permiso para ser devorados ante la muerte. Es un recurso tan extremo como místico y humanista. A pesar de tratar temas oscuros, mis películas están llenas de luz: hablan de la muerte para subrayar la vida.

¿Qué límites se puso a la hora de rodar estas escenas?

Preservamos la privacidad y la intimidad de los protagonistas. Y preferimos evocar emociones que mostrar imágenes explícitas. Las imágenes gráficas distraían. Para ellos, comer carne humana era algo cotidiano. Pero para el público es imposible convertir algo tan escabroso en algo trivial en solo dos horas de película.

La historia real tiene que ver con un equipo de rugby y sus compañeros. En cambio, sus películas siempre se han caracterizado por tener grandes protagonistas femeninas. ¿Qué le ha parecido este cambio?

Es cierto que la película representa un cambio, y me pareció muy interesante poder utilizar esa base real para reflexionar. Hablamos de hombres en un contexto muy concreto, la América Latina de los años setenta. Todos acaban en la montaña con unos roles masculinos muy definidos por la sociedad, pero la montaña les obliga a cuestionarse y a romper con esos roles. Son hombres que tienen que aprender a quererse y a cuidarse, tanto física como emocionalmente: duermen abrazados, se masajean constantemente por la noche, curan sus heridas. Me interesaba mucho retratar un tipo de masculinidad que no estuviera relacionada con lo heroico o con la acción más espectacular, sino que ya estuviera presente en los cuerpos, los gestos y las pequeñas interacciones entre ellos. En ese sentido, para mí, la montaña hace que los personajes dejen atrás sus ideas preconcebidas sobre la masculinidad del mismo modo que también les hace replantearse su relación con la espiritualidad.

Rodaje de La sociedad de la nieve, dirigida por J.A. Bayona

Otro tema de ‘La sociedad de la nieve’ es la fe.

En un momento crucial de la historia, los personajes se lanzan a ciegas montaña abajo, sin rumbo claro y hacia una muerte segura. Para mí, no es un acto de fe, sino de dignidad. La dignidad también se manifestó en los que murieron dando ánimos a sus compañeros. Estos comportamientos son el resultado de una profunda transformación. En una situación de abandono total, cuando te lo han quitado todo, tienes la capacidad de elegir cómo morir. Y lo hicieron entregándose a sus amigos. Estoy seguro de que, para muchos de ellos, fue una experiencia trascendental. Para mí, no es una película religiosa, sino espiritual.

Es su primera vez como guionista.

Con ‘La sociedad de la nieve’, no quería seguir estrictamente un guion. La historia era bien conocida, así que me interesaba más captar expresiones e imágenes impactantes que los hechos en sí. Tener acceso directo a los supervivientes fue una fuente extraordinaria de información, así que decidí recrear lo sucedido con su ayuda. Reunimos a un grupo de más de 20 jóvenes actores y ensayamos durante dos meses. De ahí surgieron muchas ideas nuevas. Durante el rodaje surgieron más imágenes y situaciones que incorporamos al guion. Esta historia no podía contarse desde la distancia: necesitábamos sumergirnos por completo y sentir el frío, el hambre y el aislamiento de la montaña. La película no solo procede de un guion previo, sino también de las experiencias e ideas que exploramos durante los ensayos, el rodaje y el montaje.

Esta es su primera película en español en más de 15 años. ¿Cómo fue la experiencia de volver a rodar en su propio idioma?

Para mí, rodar en inglés fue difícil a veces. A las inseguridades de cualquier director se añade la desventaja de no poder defenderte en tu propio idioma. Me habría gustado rodar antes ‘La sociedad de la nieve’, pero tardamos 10 años en financiar esta película. Tuve que rodar ‘JurassicWorld: El reino caído’ y ‘Los anillos del poder’ para ganarme el derecho a dirigir esta historia tal y como debía ser: en su idioma original, en los lugares donde ocurrió y con la ambición con la que abordamos el proyecto. Rodar esta película fue liberador no sólo por el idioma, sino también porque me permitió redescubrirme como director.

«A los supervivientes les encantó la forma realista y auténtica en que se contó su historia. Para mí, como director, fue un momento muy importante. Al verlos y escuchar sus reacciones me sentí reconfortado y agradecido». J.A. Bayona

¿Siempre le pareció crucial que los actores conocieran a los supervivientes?

Siempre. Doy a los actores el espacio y la confianza para improvisar. Pero para eso hace falta información. Por eso era esencial que se relacionaran con los supervivientes y con otras familias. Durante el rodaje, los chicos se comprometieron con sus personajes y se entregaron en cuerpo y alma. Estoy muy orgulloso del resultado. Trabajar con los actores es la parte de esta profesión que más me gusta y que más alegría me da.

¿Qué fue lo más difícil del rodaje de ‘La sociedad de la nieve’?

Una de nuestras principales decisiones fue apostar por la autenticidad y el realismo. Conseguirlo en un plató, donde la nieve no es real, es muy complicado. Por eso rodamos la mayor parte en alta montaña, en lugares de difícil acceso, con nieve, viento y frío. Eso supuso un gran esfuerzo de organización, de desplazamiento del equipo y del material de rodaje, y de adaptación a los constantes cambios meteorológicos.

¿Recuerda algún detalle del rodaje que sea especialmente significativo?

Lo más importante para mí era conseguir que los actores formaran un vínculo similar al de la sociedad que representan en la historia: un grupo fuerte y sólido de personas que se apoyaran mutuamente en los momentos difíciles. Crear ese espacio entre los actores es algo que conseguimos con el tiempo, durante el casting, los ensayos y el rodaje.

¿Qué cualidades tenía Enzo Vogrincic para ser el actor perfecto para interpretar a Numa, el personaje principal de la película?

Enzo es un actor excepcional con una presencia en pantalla impresionante. Pero su personaje también es parecido al de Numa. Son dos personas trabajadoras que se preocupan mucho por ayudar a sus compañeros y, al mismo tiempo, evitan ser el centro de atención. El hecho de que Enzo comparta una sensibilidad similar a la de Numa ayudó mucho a la hora de trabajar con el personaje.

La transformación física de los actores a lo largo de la película es impresionante.

Los actores fueron valientes y se entregaron de lleno a sus interpretaciones, experimentando una pequeña parte del frío y el hambre que habrían pasado los supervivientes. Todo el proceso fue supervisado por médicos, nutricionistas y un entrenador personal que les acompañó semana a semana.

Usted viajó al Valle de las Lágrimas, donde cayó el avión. ¿Cómo se sintió?

Fue increíble visitar el Valle de las Lágrimas, en el mismo lugar y en la misma época del año en que se produjo el accidente. Es un lugar fascinante y aterrador. La primera noche que pasé allí fue una de las peores de mi vida. El mal de altura me hizo perder la noción del tiempo, y el dolor de cabeza constante era insoportable. Pero experimentar el frío extremo, la falta de oxígeno y el agotamiento constante nos ayudó a entender lo que pasaron los protagonistas. Viajamos a los Andes hasta tres veces durante la producción, y rodar algunas escenas allí fue una experiencia inolvidable.

¿Han podido ver la película los supervivientes?

Sí, todos los supervivientes vieron la película juntos en un cine de Montevideo varios meses antes de que terminara. Estaban nerviosos porque no habían leído el guion, pero al final les encantó la forma realista y auténtica en que se contó su historia. Para mí, como director, fue un momento muy importante. Al verlos y escuchar sus reacciones me sentí reconfortado y agradecido. Nunca olvidaré ese día.

Fuente: Netflix

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